Historia
Los antiguos y recientes descubrimientos ponen de manifiesto la presencia humana en este territorio desde el Neolítico hasta las épocas ibérica y romana.
Las Termas Romanas, situadas en la Calle En Medio, demuestran que esta localidad debió ser un punto estratégico en las relaciones del pueblo romano, ya que tres de las calzadas más importantes pasaban por el término municipal, además, el antiguo emplazamiento romano coincide casi en su totalidad con el actual núcleo urbano.
Tras el periodo romano se abre una época de gran desconocimiento de la historia de Alameda, tan sólo el hallazgo de un tesorillo del siglo VI que confirma la existencia de población visigoda. Alameda en tiempos de la presencia árabe en la península ibérica, y durante más de dos siglos, fue tierra de nadie, ya que se encontraba en la misma frontera entre Estepa y Antequera (reconquistada en 1410).
A partir del Siglo XVI Alameda pasó a formar parte del Marquesado de Estepa, pero no fue hasta el último cuarto del siglo XVII cuando comenzó a recuperar la importancia que tuvo en épocas romanas.
A partir de la primera mitad del siglo XIX la nueva administración de provincias sitúo a Alameda en la provincia de Málaga. A partir de estos momentos, Alameda empieza a configurar la estructura que tiene en la actualidad, como una población dedicada mayoritariamente a la agricultura.
El nombre de Alameda, según la tradición, se debe a la gran cantidad de álamos que existían en el pueblo, elemento que determina el paisaje de este pueblo.
El 22 de septiembre de 1833, el famoso bandolero José Mª El Tempranillo, fue herido de muerte en el cortijo de Buenavista, que se encuentra en la carrera que une Alameda con Mollina. El día 23 de septiembre murió en Alameda siendo enterrado en el patio de la Iglesia de la Inmaculada Concepción. Su acta de defunción se conserva en los archivos parroquiales.